martes, 12 de abril de 2011

Comunión Querétaro, 17 de abril de 2011 numero 687

Ordenación de 5 Sacerdotes

El viernes 8 de abril nuestro señor Obispo D. Mario De Gasperín Gasperin confirió el Orden Sacerdotal a cinco Diácono; tres de la misma Parroquia. Ellos son: de la Parroquia de San José, San José Iturbide, Gto. Luis Miguel Flores Morales, Ramón Gutiérrez González y Jonathan Basaldúa Vázquez; de la Parroquia de Santa Rosa de Lima, Santa Rosa Jáuregui, Óscar Cabrera Arvizu y Juan Martín Vega González de la Parroquia de Santa María de la Asunción, Tequisquiapan, Qro.
Concelebraron con nuestro señor Obispo el Excmo. sr. D. Florencio Olvera Ochoa, Obispo Emérito de Cuernavaca; un centenar de sacerdotes entre ellos los Vicarios Generales Mons. Salvador Espinosa y Mons. Javier Martínez. Además se contó con la presencia numerosos familiares y amigos acompañaron a los ordenandos durante la Concelebración en el Seminario Conciliar Diocesano. En la homilía nuestro señor Obispo afirmo: «La Providencia divina nos concede participar en el rito de la ordenación de cinco nuevos sacerdotes para gloria de Dios, santificación del pueblo cristiano y salvación de todo el mundo. El sacerdote es para dar a Dios la gloria que le negó Adán, nuestro primer padre pecador; para restituir a los hombres la comunión con Dios y reconducirlos a la unidad de hijos de Dios. Por eso, un sacerdote es una bendición de Dios».
Después describió el rito del sacramento del Orden y dijo: «El sacerdote es nuestro mediador, nuestro intercesor. Él, como Cristo, nos abre el camino hacia Dios y por eso la recomendación de la santa Iglesia: ‘Advierte bien lo que vas a realizar, imita lo que tendrás en tus manos y configura tu vida con el misterio de la cruz del Señor’. El sacerdocio es el misterio de la cruz de Cristo llevado con honor, con alegría, escándalo para el mundo, pero sabiduría de Dios para los que Él tiene destinados a la salvación», para concluir encomendando a estos nuevos sacerdotes en los brazos maternales de María.
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Circular numero 2/2011/
Sobre la devoción de la Divina
Misericordia


Santiago de Querétaro, Qro., Febrero 18 de 2011.
 
A los hermanos presbíteros de la diócesis de Querétaro: Salud, paz y bendición en el Señor Jesucristo. 

Hemos recibido con alegría el anuncio de la próxima beatificación del Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II. La fecha asignada es el 1° de Mayo próximo, 2° Domingo de Pascua, «Domingo de la Divina Misericordia». 

Es de todos conocido cómo el Papa Juan Pablo II amó esta devoción, escribió una encíclica que lleva por título «Dios, rico en misericordia», instituyó esta fiesta litúrgica, canonizó a santa Faustina Kowalska promotora de esta devoción y fue llamado a la casa del Padre precisamente la víspera de esta celebración. Se trata no sólo de una devoción más aprobada por  la santa Iglesia, sino que reviste una gran importancia para todos en el momento actual de la humanidad, tan necesitada de perdón, de reconciliación y de paz. 

Por esta razón, me parece oportuno recordar algunas normas sobre la práctica y desarrollo de esta devoción en nuestra diócesis. Por tanto, les recuerdo: 

1° Que Mons. Salvador Espinosa, Vicario General de la Diócesis, es el responsable de la vigilancia y desarrollo armónico de esta devoción, de manera que se mantenga siempre dentro de los cauces aprobados por la iglesia. 

2° Que el templo de santa Rosa de Viterbo sigue siendo el lugar donde se tiene la imagen aprobada para favorecer esta devoción, según la interpretación que de ella han hecho los artistas inspirados en los escritos de santa Faustina Kowalska. Allí también se encuentran algunas imágenes llamadas «peregrinas» para quien desee aprovecharlas para favorecer su devoción. Se pondrá de acuerdo con el Rector del templo. 

3° Que todos los sacerdotes, especialmente los señores párrocos, deben cuidar que esta hermosa devoción no sufra deterioro por desviaciones doctrinales o por abusos devocionales o económicos de manera que cualquier evento que se realice no exceda en costo al pago de los gastos que implique. 

Nuestra fe nos indica que sólo en el cumplimiento de la voluntad de Dios encontrará el hombre reposo y alegría en su corazón. Pidamos al Señor que nos mire con ojos de misericordia y nos conceda los dones del perdón, la reconciliación y la paz.

Los saluda y bendice,

† Mario De Gasperín Gasperín
VIII Obispo de Querétaro

  
Hna. Ma. Lourdes Gamboa Rosales, MJH
Vicecanciller
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Circular Nº 8/2011/
Colecta del Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Guadalupe

«Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt 4, 19).

  
A los hermanos Presbíteros, Consagrados y Fieles Católicos de la Diócesis de Querétaro: Salud, paz y bendición en el Señor Jesucristo. 

«El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al decir «sí» a Dios y a la Iglesia» (Benedicto XVI, 15.11.10) por eso, la Iglesia destina el 4° domingo de Pascua, llamado del Buen Pastor a orar por las vocaciones sacerdotales y a solicitar a los fieles su ayuda económica para el sostenimiento del Seminario. Es en toda la diócesis, el «DIA DEL SEMINARIO». 

La colecta es obligatoria y el monto debe entregarse íntegro al Seminario Diocesano. Todos, pastores y fieles, tenemos un grave deber de orar y colaborar para el sostenimiento del Seminario. Los fieles que asisten a los templos de los Religiosos deben saber de parte de sus respetivos Rectores y Capellanes que son miembros de la comunidad diocesana y, por tanto corresponsables como todos de la formación de los sacerdotes y del sostenimiento del Seminario. Debe allí hacerse la colecta y entregarse íntegra a su destino. Los Padres Ecónomos del Seminario les harán llegar los carteles, los sobres y los textos con la oración por las vocaciones sacerdotales. 

· En las Parroquias foráneas, se hará la colecta el 3er. domingo de Pascua: 
(8 de Mayo);
 
· En las parroquias, templos, rectorías y capellanías de esta Ciudad Episcopal de Santiago de Querétaro, el domingo 4° de Pascua (15 de Mayo). 

· Del 12 al 20 de Junio en las parroquias del Decanato de Guanajuato y parte de Soriano. 

· Del 20 al 27 de Junio se hará la colecta en el Decanato de la Sierra Gorda. 

Agradezco a todos ustedes el cumplimiento de este deber, que el Señor sabrá recompensar en la medida de su generosidad y empeño. A todos deseo un gozo espiritual intenso en la celebración de la Pascua de nuestro Pastor glorificado. 

Santiago de Querétaro, Qro., Marzo 9 del 2011.

† Mario De Gasperín Gasperín
VIII Obispo de Querétaro
 
 
Hna. Ma. Lourdes Gamboa Rosales, MJH
Vicecancille
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1° de mayo Domingo de la Divina Misericordia
Templo de Santa Rosa de Viterbo, Querétaro, Sede de dicha Devoción.
Instituida oficialmente por la Iglesia en el año 2000
El Señor le pide a Santa Faustina, por lo menos 14 veces, que se instituya oficialmente una «Fiesta de la Misericordia» (Diario de Santa Faustina)

Esta Fiesta surge de Mi piedad mas entrañable...Deseo que se celebre con gran solemnidad el primer domingo después de Pascua de Resurrección....Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y abrigo para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores. Las entrañas mas profundas de Mi Misericordia se abren ese día. Derramaré un caudaloso océano de gracias sobre aquellas almas que acudan a la fuente de Mi misericordia.

El alma que acuda a la Confesión, y que reciba la Sagrada Comunión, obtendrá la remisión total de sus culpas y del castigo... Que el alma no tema en acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como la grana. Toda Comunión recibida con corazón limpio, tiende a restablecer en aquel que la recibe la inocencia inherente al Bautismo, puesto que el Misterio Eucarístico es «fuente de toda gracia». Nuestro Señor manifestó a Santa Faustina que en la «Fiesta de la Misericordia» se abrían todas las compuertas a través de las cuales fluían las gracias divinas. Gracias de conversión y perdón de los pecados.
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RECEPCIÓN DE LOS SANTOS OLEOS EN LA PARROQUIA

MONICION
Hoy por la mañana el clero de nuestra Diócesis se reunió con su Obispo en la Santa Iglesia Catedral, para concelebrar la misa de la consagración del Santo Crisma y la bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los enfermos; a la cual el pueblo cristiano fue invitado a participar en la celebración. De este modo se manifesto la comunión de Cristo con su Iglesia. El Crisma y los Óleos son aceites derivados de fragantes hierbas de olivo y otras.En todas las culturas, el aceite es signo de abundancia, de alegría, purifica antes y después del baño, suaviza la piel, cicatriza las heridas, da agilidad, es signo de curación pues suaviza las torceduras y las heridas, el que recibe el aceite irradia belleza y fuerza. Ahora, iremos presentando los Santos Oleos juntamente con el Sagrado Crisma.

El Santo Crisma Este aceite consagrado, está elaborado con plantas aromáticas perfumada y aceites, mismas que expresan su realidad para quien es ungido. Cristo mismo fue Ungido y Consagrado por el Padre para la Misión que le encomendaba. Este Aceite Sagrado será utilizado para ungir en la Coronilla de su cabeza a los recién bautizados, al mismo tiempo lo utilizarán los que participen de la Plenitud del Santo Espíritu a través del Sacramento de la Confirmación.
El Sagrado Crisma es también utilizado como signo de Consagración de los que participan de la Ordenación Sacerdotal, en el que los Presbíteros son Ungidos en sus manos y los que reciben la Ordenación Episcopal en su Cabeza.
Es el Aceite Sagrado más importante y siempre expresa CONSAGRACIÓN TOTAL. El cristiano que es ungido con este Aceite es completamente del señor y para siempre. Se llama Crisma porque en latín significa cabeza.

El Óleo de los Catecúmenos Este Aceite Sagrado esta extraído del aceite de oliva, se utiliza solamente para ungir a los que van a recibir el Sacramento del Bautismo en el pecho. Es signo de valentía para que el cristiano no tenga miedo ni temor ante los peligros, tentaciones y pecados Es signo de fortaleza y entrega a Cristo y a la Iglesia. La unción con este Aceite significa Purificación, Fuerza para rechazar valientemente todo mal. Todo pecado, toda ocasión de ofender a Dios.

El Óleo de los Enfermos Este Aceite Sagrado está hecho con esencias acompañadas con aceites de oliva, o con aceites de otras planta vegetales. Es signo de purificación y fortaleza cuando el cristiano es probado en la enfermedad, robustece la fe, expresa curación y consuelo.
Este Santo Aceite es utilizado solamente para el Sacramento de la Unción de los enfermos.

NOTA: El pueblo reunido en el atrio y a la hora indicada, una vez que han llegado los delegados parroquiales con los santos óleos, el párroco los recibe en la puerta y se hace la entrada procesional hasta el altar.

CANTO DE ENTRADA

ENTREGA: Llegados al presbiterio uno de los delegados dice:
PADRE, RECIBE ESTOS SANTOS OLEOS CONSAGRADOS POR NUESTRO SEÑOR OBISPO D. MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN; TE LOS ENCOMIENDA A TI, COMO RESPONSABLE DE ESTA COMUNIDAD PARROQUIAL Y A TODOS NOS ENVIA UN SALUDO Y SU BENDICIÓN.
La asamblea responde “Demos gracias a Dios”.

SALUDO: (SACERDOTE)
El Señor esté con ustedes. (u otro apropiado) R. Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL
ORACIÓN:
Oremos (silencio) Oh, Señor, que has ungido a tu Hijo, hecho Hombre, con el óleo de la alegría, consagrándolo Rey, Profeta y Sacerdote; y que, misericordiosamente, en el santo Bautismo nos hiciste partícipes de esta unción Mesiánica, uniéndonos a el en el Misterio de su muerte y Resurrección; concédenos que mientras meditamos la grandeza de tus dones, crezca en nosotros tu gracia. Por Nuestro Señor Jesucristo.

LECTURAS: Se leen las lecturas de la Misa Crismal. Conviene leerlas del Leccionario, por personas distintas: lector, salmista, diácono o sacerdote. Si se prefiere (especialmente cuando ha precedido la Liturgia de las Horas) puede leerse solamente el Evangelio. HOMILIA

PLEGARIAS: (Introducción del celebrante)
C. Dirijamos ahora nuestra plegaria de agradecimiento y de petición al Padre por Jesucristo.

Plegarias referentes al óleo de los enfermos.
C. Bendito seas, Señor, por el óleo, signo de curación
M. Después de cada petición, todos diremos: Amén.
M. Que los enfermos ungidos en el nombre del Señor recobren la salud. R/. Amén.
M. Que Dios los conforte en sus sufrimientos y perdone sus pecados. R/. Amén.
M. Que los fieles den el paso de este mundo al Padre confortados con la Santa Unción. R/. Amén.
M. Que Dios haga fructificar el trabajo pastoral de los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos dedicados a la atención de los enfermos. R/. Amén.

Plegarias referentes al óleo de los catecúmenos.
C. Bendito seas, Señor, por el óleo, signo de fortaleza
M. Que quienes van a ser bautizados, ungidos con el óleo de los catecúmenos, se mantengan firmes en el seguimiento de Jesucristo y venzan las tentaciones. R/. Amén.
M. Que los adultos, los jóvenes y los niños en edad cetequética que se preparan para el Bautismo se compenetren con el espíritu
del Evangelio. R/. Amén.
M. Que los padres que preparan el Bautismo de sus hijos, ayudados por los padrinos y por toda la comunidad, cuiden de la educación cristiana de los que renacerán a la vida de la gracia. R/. Amén.

Plegarias referentes al Santo Crisma.
C. Bendito seas, Señor, por el óleo perfumado del Santo Crisma.
M. Que quienes son ungidos con él en la cabeza después de recibir el Bautismo vivan siempre como miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey, y exhalen con su vida el buen olor de Cristo. R/. Amén.
M. Que los ungidos en su frente con el Crisma en la Confirmación, habiendo recibido el sello del don del Espíritu Santo, sean testigos de Jesucristo con su vida y participen asiduamente en la celebración de la Eucaristía. R/. Amén.
M. Que quienes han sido ungidos en la ordenación episcopal guíen la Iglesia, como sucesores de los apóstoles, con la fuerza del Espíritu Santo. R/. Amén.
M. Que los presbíteros, con sus manos ungidas, santifiquen al pueblo cristiano y ofrezcan a Dios Padre el Santo Sacrificio de Cristo. R/. Amén.
M. Que los altares y las iglesias ungidas por el Obispo y santificadas con el poder del Señor, manifiesten de un modo visible el misterio de Cristo y de la Iglesia. R/. Amén.
M. Que todos los fieles seamos piedras vivas de la Iglesia del Señor. R/. Amén.

LITURGIA EUCARISTICA
RITO DE LA COMUNION
RITO DE CONCLUSION

BENDICIÓN: (Con los Santos Óleos en alto)
Que el Señor les bendiga con todas las bendiciones del cielo y les conserve siempre puros y santos a sus ojos. R/. Amén.
Que haga descender sobre ustedes con abundancia las riquezas de su gloria. R/. Amén.
Que les instruya con la Palabra de la Verdad, les oriente con el Evangelio de la salvación y les haga crecer siempre en el amor fraterno. R/. Amén.

LA BENDICIÓN DE DIOS TODOPODEROSO, PADRE, HIJO(+) Y ESPÍRITU SANTO, DESCEIENDA SOBRE USTEDES. R/. Amén.

MONICION FINAL: El señor Cura va a guardar los Santos Óleos en su lugar apropiado. Ahí quedan depositados todo el año para usarlos en la administración de los Sacramentos cuantas veces sea necesario.
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«El ordenado es otro cristo y, como tal, queda consagrado para siempre a Dios»

Homilía de nuestro señor Obispo Don Mario De Gasperín Gasperín, en la Misa de Ordenaciones Sacerdotales
Santiago de Querétaro, Qro., 8 de abril de 2011
1. La Providencia divina nos concede participar en el rito de la ordenación de cinco nuevos sacerdotes para gloria de Dios, santificación del pueblo cristiano y salvación de todo el mundo. El sacerdote es para dar a Dios la gloria que le negó Adán, nuestro primer padre pecador; para restituir a los hombres la comunión con Dios y reconducirlos a la unidad de hijos de Dios. Por eso, un sacerdote es una bendición de Dios. Quiero comentar estos aspectos del sacerdocio cristiano, siguiendo los pasos y textos del ritual de la ordenación. 

2. En primer lugar, el padre Rector del Seminario pidió a su señor Obispo la ordenación de estos hermanos nuestros. Ellos, claro está, la solicitaron antes y fueron examinados, se escuchó el parecer de sus superiores y formadores, de otros sacerdotes y de muchas otras personas que dieron su testimonio favorable; por eso, el padre Rector afirma que los juzga dignos de la gracia sacerdotal. La ordenación de un sacerdote, conlleva la responsabilidad del señor Obispo, del presbiterio y también la del pueblo cristiano, comenzando por su familia y por su parroquia. Es un acto de responsabilidad compartida y un acontecimiento eclesial, y  permanece el deber de orar por los sacerdotes; así, el señor Obispo puede decir: «Con el auxilio de Dios y de Jesucristo Nuestro Señor, elegimos a estos hermanos nuestros para el orden de los presbíteros». La comunidad agradece este don, diciendo: «Damos gracias a Dios». No olvidemos de dar siempre gracias a Dios por nuestro sacerdocio y por nuestros sacerdotes.  

3. Después viene un interrogatorio. Los candidatos deben  »manifestar su decisión delante de todo el pueblo de recibir este ministerio», pues estarán al servicio de la comunidad y este compromiso es para toda la vida. Nadie se ordena a fuerzas o por engaño. Manifiestan su voluntad de ser «fieles colaboradores de su Obispo» para apacentar al Pueblo de Dios; de predicar la Palabra de Dios con integridad; de enseñar la Doctrina cristiana; de celebrar la santa Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación; de orar continuamente a favor del pueblo cristiano -la misa pro populo- y de permanecer unidos a Cristo como víctima santa, consagrando su vida a la santificación de sus hermanos. Esta identificación total del sacerdote con Cristo y la donación de su vida al servicio de la comunidad, se expresa de manera particular en la promesa de obediencia que hacen en manos de su Obispo. El señor Obispo concluye pidiendo la gracia del Espíritu Santo para que ayude al presbítero «a llevar a feliz término esta obra buena que en cada uno ha comenzado». Dios comienza su obra llamando, la acompaña asistiendo y la concluye concediendo el don de la perseverancia. Nos movemos siempre en el campo de la gracia de Dios. 

4. La necesidad del auxilio divino lo expresa la liturgia de ordenación invocando a todos los Santos, es decir, a aquellos hermanos y hermanas nuestros que, en semejantes o parecidas situaciones, han triunfado y están con Dios. Son los campeones de la gracia de Dios y ahora solicitamos su intercesión. Entonamos por tanto las Letanías de todos los Santos invocando su protección, en particular de aquellos que sentimos más cercanos a nosotros. El señor Obispo concluye pidiendo para los ordenandos «la gracia sacerdotal mediante el Espíritu Santo con la abundancia de todos sus bienes», que ciertamente habrán de necesitar. Cada sacerdote recibirá, además de la gracia sacerdotal, aquellos dones y carismas que necesite para el ejercicio de su ministerio. No va sin armas al combate de la fe. Ningún sacerdote debe olvidar que goza de la protección de todos los Santos, de la Virgen María y de la asistencia del Espíritu Santo; por eso celebra sus fiestas durante el año litúrgico.
 
5. El gesto más importante, elocuente y significativo es el que se hace en silencio: La imposición de las manos. Dios nunca habla más fuerte que cuando el hombre calla, escucha y adora, dejando que Él actúe en su corazón. En el silencio recibió María el anuncio de la encarnación del Verbo de Dios en sus entrañas benditas, y en silencio recibe la santa Madre Iglesia el descenso del Espíritu Santo que consagra sacerdotes a estos hermanos nuestros. Vamos a escuchar la voz del silencio que es la consagración sacerdotal, que en cierto sentido prolonga el misterio de la Encarnación. 

6. Después el señor Obispo explicita esta acción del Espíritu Santo a lo largo de la historia de la salvación, recordando cómo todo está establecido por Dios para fortalecer la dignidad humana, consolidar el orden de la creación y formar el pueblo sacerdotal, la santa Iglesia. Desde la antigua Alianza, Dios ofreció ministros y sacerdotes a su pueblo; pero en la nueva Alianza nos regala a su propio Hijo, a Jesús, Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos, quien, movido por el Espíritu Santo, se ofreció como sacrificio sin mancha y consagró a sus apóstoles en la Verdad, para que fueran sacerdotes del Nuevo Testamento. Por eso, le pedimos que confiera a estos hijos suyos la dignidad del presbiterado en el segundo grado del ministerio sacerdotal, mediante la acción renovadora del Espíritu Santo. Esta ordenación sacerdotal es conforme el plan salvífico de Dios, y se enmarca en la historia de nuestra salvación, que Dios mantiene viva en la santa Iglesia por la acción del Espíritu Santo. Allí se le recuerdan nuevamente al ordenado sus principales deberes: La renovación del pueblo cristiano mediante el sacramento del Bautismo; su alimento espiritual mediante el Sacrificio del altar, la Reconciliación de los pecadores y el auxilio espiritual a los enfermos; procurar la unidad de la comunidad y la paz universal para que llegue a su plenitud el Reino de Dios. Esta solemnísima oración la dice el señor Obispo en voz alta y debemos escucharla con particular atención. 

7. En el rito de la unción de las manos, se le recuerda al sacerdote que es partícipe de la unción mesiánica con la cual el Padre ungió a su Hijo con el óleo del Espíritu Santo y, por eso, se llamó Cristo; así el ordenado es otro cristo y, como tal, queda consagrado para siempre a Dios. Con la gracia del Espíritu Santo, pueda ser instrumento de santificación para el pueblo cristiano. Santificado por el Espíritu deberá hacer de su parroquia casa y escuela de santidad, de modo que todos sus fieles estén en posibilidad de adquirirla. Pedir el bautismo, decía el papa Juan Pablo II, es pedir ser santo; por tanto, bautizar a un niño es comprometerse a conducirlo por el camino de la santidad. 

8. Finalmente, el ordenado recibe «la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios». Es mediador entre Dios y su pueblo, y como sacerdote tiene que tener algo qué ofrecer. Ofrece los dones que recibe de la generosidad de Dios mediante el pueblo: el fruto de la tierra, del trabajo y del sudor del hombre, de sus hermanos, de los fieles. Los fieles creyentes presentan sus dones, el sacerdote los ofrece y Cristo los asume y los transforma en su Cuerpo y en su Sangre. Se convierten en ofrenda agradable a Dios, porque el Padre no puede rechazar a su Hijo. Así, hermanas y hermanos, los dones de ustedes: su trabajo, su esfuerzo, sus dolores, sus alegrías, sus oraciones y sus vidas simbolizadas en sus ofrendas, son presentadas a Dios por el sacerdote, ministro de Cristo, y el mismo Cristo las transforma en su Cuerpo y en su Sangre y llegan hasta la presencia de Dios. Cada uno de ustedes se convierte en una ofrenda espiritual agradable a Dios. El Padre del cielo nos acepta, nos escucha por Cristo y en Cristo, se nos devuelve en la comunión y se convierte para nosotros en gracia y bendición. Por eso el sacerdote nos puede bendecir. 

9. El sacerdote es nuestro mediador, nuestro intercesor. Él, como Cristo, nos abre el camino hacia Dios y por eso la recomendación de la santa Iglesia: «Advierte bien lo que vas a realizar, imita lo que tendrás en tus manos y configura tu vida con el misterio de la cruz del Señor». El sacerdocio es el misterio de la cruz de Cristo llevado con honor, con alegría, escándalo para el mundo, pero sabiduría de Dios para los que Él tiene destinados a la salvación.  

10. Me da mucho gusto poder ofrecer a esta Iglesia particular estos nuevos sacerdotes, signos de la bendición de Dios y regalo de la intercesión bondadosa de Nuestra Señora de los Dolores quien, ante la cruz de su Hijo, participó de su sacrificio y nos recibió como Madre, especialmente como Madre de los sacerdotes. Los ponemos en sus manos maternales. 
† Mario de Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro