martes, 10 de abril de 2012

Comunión, Órgano oficial de la Diócesis de Querétaro, 15 de Abril de 2012 No. 739

Hoy Domingo de la Divina Misericordia

 Agenda:

Celebración anual de los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor
Del 1 al 7 de abril, nuestro señor Obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez, presidio las Celebraciones anuales de los misterios de la pasión, muerte y resurrección en la Santa Iglesia Catedral; además participo Impartiendo el Retiro para las personas que tomaron parte en la Procesión del Silencio, asistió a la representación del Vía crucis en la Cañada y camino con la Procesión del silencio.

S. S. Benedicto XVI nombra a nuevo Arzobispo de la vecina Arquidiocesis de San Luis Potosí
Mons. José Carlos Cabrero Romero y Mons. Luis Morales Reyes.
El pasado 3 de abril el Papa Benedicto XVI nombró como Arzobispo de San Luis Potosí, México, a José Carlos Cabrero Romero, hasta ahora Obispo de Zacatecas y sucede al arzobispo Luis Morales Reyes, cuya renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis, por haber alcanzado el límite de edad. Mons. Cabrero Romero nació el 7 de mayo de 1946 en San Luis Potosí. Fue ordenado sacerdote el 12 de abril de 1972 y en 1977 obtuvo la licenciatura en Teología Espiritual en la Universidad Gregoriana de Roma. El 8 de octubre de 2009 fue electo obispo de Zacatecas y recibió la ordenación el 19 de diciembre de ese mismo año.

LA VOZ DE NUESTRO SEÑOR OBISPO
 † Faustino Armendáriz Jiménez.
IX Obispo de Querétaro
Mensaje de Pascua

 A todos los queridos hermanos y hermanas que peregrinan en la Diócesis de Querétaro, con el deseo de que la luz de Cristo Resucitado ilumine su vida y transforme su corazón: 1. La gran fiesta de la Pascua nos anuncia que ¡Cristo ha resucitado! Así, el anuncio de la Resurrección del Señor que sucedió hace veinte siglos en la ciudad de Jerusalén, hoy sigue resonando en nuestro corazón con una fe vibrante porque el sepulcro quedó vacío. Nuestra fe se basa en este anuncio, en el testimonio de aquellos primeros discípulos misioneros que vieron la losa removida y el sepulcro vacío, al mismo Señor vivo y tangible; qué se apareció a María Magdalena, a los dos discípulos de Emaús y, finalmente a los Once cuando estaban reunidos en el Cenáculo (cf. Mc 16,9-14). 2. La Resurrección de Cristo ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la verdad y del bien. Hoy entonamos con toda la Iglesia el Aleluya Pascual, que resuena como signo de nuestra sincera apertura a Dios, más aún, de nuestra gratitud por su infinita bondad, porque en Cristo Dios ha decidido cancelar el documento de condena que pesaba sobre nosotros, el Justo, muerto por los injustos. Cristo ha muerto y ha resucitado, ha muerto a causa de nuestros pecados, y ha resucitado también para redimir nuestra vida y nuestra historia. Su luz nos denuncia nuestro pecado pero al mismo tiempo nos da la oportunidad de salir de las tinieblas. Hermanos, ¡no tengamos miedo de abrirle la vida a Cristo!, al contrario quitemos todas las trabas y abramos de par en par las puertas al Señor. 3. En este tiempo de Pascua quiero animar a todas las comunidades cristianas de ésta querida Iglesia Particular de Querétaro, y de modo especial a todos los sacerdotes, como guías de la comunidad, a un nuevo despertar misionero, a no desfallecer en el esfuerzo de dar impulso a la Nueva Evangelización y de asumir con valentía nuestro compromiso evangelizador, presentando con gozo a los demás a Jesucristo Resucitado y que él abra entre nosotros caminos para una justicia y paz verdaderas. El Santo Padre en su reciente Visita Apostólica a México, nos ha animado a dar este impulso evangelizador: La Misión Continental, tiene como fin hacer llegar esta convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente. También aquí se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar la alegría de ser cristianos. 4. Queridos hermanos y hermanas. Cristo resucitado camina delante de nosotros hacia los cielos nuevos y la tierra nueva-(cf. Ap 21,1), en los que finalmente viviremos como en una sola familia como hijos de un mismo Padre Él estará con nosotros hasta el fin de la historia. Caminamos tras Él en este mundo agitado y contradictorio. En nuestro corazón debe haber alegría; aunque nuestro rostro haya lágrimas por las contrariedades cotidianas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso caminamos en medio de la historia pero con la mirada fija en Jesucristo, seguros de que también resucitaremos con él. Porque ninguna condenación pesa más sobre los que han creído en él. (cf. Rm 8,1). Santiago de Querétaro, Qro. 7 de abril de 2012.
¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

SIGNOS VITALES
P. Gabino Tepetate Hernández
gabino_th@hotmail.com
El entusiasmo pascual y nuestra fe cristiana

El entusiasmo pascual que hemos experimentado eclesialmente en esta Semana Santa tiene que continuar, sobre todo, en nuestra celebración de la pascua semanal, es decir, en nuestra asamblea eucarística de cada domingo. Esta exaltación fervorosa de una VIDA realizada en su plenitud, la del Resucitado, es el paso por una realidad extrema y última propia de esta vida terrena pero también es debida a las fuerzas del mal que se anida en el corazón humano, el pecado, que se resiste a ser desterrado y cambiado desde su radicalidad. Sólo la intervención de un acontecimiento como el de Cristo, su muerte y resurrección, es garantía de una innovación trascendente de la vida, que se convierte en un anuncio gozoso y salvífico para la Iglesia y motivo de fe y esperanza para proponer una nueva existencia social posible anticipada ya en Cristo Resucitado. La pascua de Jesucristo asegura a los creyentes un final glorioso que rompe el contraste de gozo y tristeza, alegría y sufrimiento, triunfo y derrota, vida y muerte, para introducir en la historia humana una nueva manera y distinta de existir, que sólo es obra de Dios, la vida de resucitados, es decir, lo que da sentido a nuestra existencia terrena es la Vida en Dios, que ha iniciado, pero cuya realización plena será al final de los tiempos en el encuentro glorioso con Cristo resucitado. Por lo tanto la pascua de Cristo es nuestra pascua que hay que vivir en un proceso constante y perseverante de conversión interior como exterior y desde luego con implicaciones para la vida social cuyos desafíos son exigentes. Todo lo que puede tenerse inmediatamente, sobre todo lo que produce confort y dinero, prestigio y placer, por ellos se sacrifican los valores morales y espirituales e incluso también se llega hasta a renunciar de la dignidad personal y familiar, como de la misma fe que no ha sido bien sustentada. La sociedad pone a prueba nuestra fe y espera un testimonio creíble que infunda esperanzas y una apertura de corazón a la persona de Jesucristo y a su mensaje, porque una fe anquilosada, vivida sin entusiasmo, sin creatividad y sin actitud de servicio y misionera, apegada más bien al confort y al interés material da ocasión a la indiferencia, a la crítica y al rechazo no tanto a Jesucristo, sino a quienes no somos coherentes con nuestra fe. Por lo tanto, necesitamos seguir viviendo con el mismo entusiasmo la dinámica espiritual de la Pascua de Jesùs, para seguir retroalimentando este misterio del Resucitado en nuestra vida, actualizada en cada Eucaristía y en la vida de entrega y de servicio en donde encontramos el sentido verdadero de nuestra vocación cristiana. Para esto nos ayudan, María Santísima, los santos y santas, la oración y el ejemplo de tantos hermanos y hermanas en la fe de Jesùs Resucitado que nos alientan y desde luego, la acción del Espíritu Santo que asiste a su Iglesia y a cada bautizado quién nos impulsa a ser testigos fieles del Evangelio para que el Reino de Dios se manifieste y transforme nuestra vida personal y las estructuras de pecado que impiden una vida nueva para nuestra sociedad y nuestra Iglesia. Que Dios los bendiga. 

Homilía en la Solemne Vigilia Pascual de la Resurrección del Señor Santa Iglesia Catedral
Santiago de Querétaro, Qro., 7 de abril de 2012
Amados hermanos Sacerdotes, Queridos Diáconos, Estimados miembros de la Vida Consagrada, De modo especial saludo a los catecúmenos, quienes después de su preparación, en esta noche santa y, guiados por el testimonio de sus padres y padrinos se acercan a la fuente de la vida, en las aguas del Bautismo, la comunidad cristiana nos alegramos con su nuevo y definitivo nacimiento, Queridos hijos e hijas en el Señor:   1. En la narración evangélica hemos escuchado un mensaje sin igual en la historia de la humanidad que nos llena de profunda alegría y esperanza: «No se espanten. Buscan a Jesús de Nazareth, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado» (Mc 16, 6). Así dijo el mensajero de Dios, vestido de blanco, a las mujeres que buscaban el cuerpo de Jesús en el sepulcro. Y lo mismo nos dice también a nosotros el evangelista en esta noche santa: Jesús no es un personaje del pasado. Él vive y, como ser viviente, camina delante de nosotros; nos llama a seguirlo a Él, el viviente, y a encontrar así también nosotros el camino de la vida. 2. Esta noticia hace que esta noche sea santa y que toda la historia en adelante, sea dichosa, pues con la resurrección de Cristo toda la comunidad cristiana estamos invitados a velar con nuestras lámparas encendidas porque él triunfa de la muerte y del pecado. El sentido profundo de las lecturas de esta noche se anuncia claramente en la introducción que se ha hecho al inicio de la liturgia de la Palabra: «Recordemos las maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y cómo en el avance continuo de la historia de la salvación, al llegar los últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que con su muerte y su resurrección, salvara a todos los hombres». La vigilia de esta noche se ilumina con la Palabra de Dios que nos narra la historia de la salvación: la creación, el sacrificio de Abraham, el paso del mar rojo, la promesa de una misericordia que nunca acaba, la purificación de los corazones... el significado del bautismo. El evangelio de san Marcos pone de relieve que el «crucificado» ha resucitado, no para volver a una nueva vida terrenal, sino que ha sido elevado a una nueva dimensión: con la fe en la resurrección de Jesús encuentra la comunidad primitiva su propia salvación, contemplando así su futuro definitivo. 3. Sin embargo, justamente y con toda verdad podemos preguntarnos: ¿En qué consiste propiamente eso de «resucitar»? ¿Qué significa para nosotros? ¿Y para el mundo y la historia en su conjunto? Un teólogo alemán dijo una vez con ironía que el milagro de un cadáver reanimado –si es que eso hubiera ocurrido verdaderamente, algo en lo que no creía– sería a fin de cuentas irrelevante para nosotros porque, justamente, no nos concierne. En efecto, el que solamente una vez alguien haya sido reanimado, y nada más, ¿de qué modo debería afectarnos? Pero la resurrección de Cristo es precisamente algo más, una cosa distinta. Es –si podemos usar por una vez el lenguaje de la teoría de la evolución– la mayor «mutación», el salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva, que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo, que nos afecta y que atañe a toda la historia (Cf. Benedicto XVI, homilía pascual, 15 abril 2006). 4. El evangelio nos ubicarnos en el tiempo, con precisión nos dice que la resurrección del Señor ha ocurrido el primer día de la semana. Revelando no solo su dimensión histórica, sino que la Resurrección de Cristo es el principio y fundamento de la fe cristiana, pues «si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe». (1 Cor 15, 16s). La Resurrección de Cristo es el culmen de la Historia de la Salvación: Jesús ha vencido al pecado y a la muerte y es el principio de nuestra justificación y de nuestra futura resurrección. Por eso, «esta noche celebramos la fiesta de las fiestas», dice san Agustín, aquella que da significado a todo nuestro humano caminar. 5. Está claro que este acontecimiento no es un milagro cualquiera del pasado, cuya realización podría ser en el fondo indiferente para nosotros. Es un salto cualitativo en la historia de la «evolución» y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, entra ya continuamente en este mundo nuestro, lo transforma y lo atrae hacia sí. Pero, ¿cómo ocurre esto? ¿Cómo puede llegar efectivamente este acontecimiento hasta mí y atraer mi vida hacia Él y hacia lo alto? La respuesta, en un primer momento quizás sorprendente pero completamente real, es la siguiente: dicho acontecimiento me llega mediante la fe y el bautismo. Por eso el Bautismo es parte de la Vigilia pascual, como se subraya también en esta celebración con la administración de los sacramentos de la Iniciación Cristiana a algunos adultos. El Bautismo significa precisamente que no es un asunto del pasado, sino un salto cualitativo de la historia universal que llega hasta mí, tomándome para atraerme. El Bautismo es algo muy diverso de un acto de socialización eclesial, de un ritual un poco fuera de moda y complicado para acoger a las personas en la Iglesia. También es más que una simple limpieza, una especie de purificación y embellecimiento del alma. Es realmente muerte y resurrección, renacimiento, transformación en una nueva vida. Les invito a tomar en serio nuestro bautismo, sumergidos en el Espíritu lo compartamos a los demás. Nos se concibe un bautizado con los brazos cruzados ante los retos de una comunidad que necesitas de muchos profetas, de muchos misioneros- 6. Queridos catecúmenos Ricardo y Elizabeth, dentro de unos momentos más ustedes harán suyo el triunfo de Cristo, la Resurrección; su entrada en el agua los hará morir a su vida pasada y renacerán a una vida nueva. Mediante los signos del agua, la luz, el aceite, el pan y vino eucarísticos ustedes, recibirán el Espíritu de hijos adoptivos y celebrarán con todo el pueblo de Dios el memorial de la muerte y resurrección del Señor. Por el Bautismo formarán parte del pueblo santo de Dios, y recibido el perdón de sus pecados y sacados del dominio de las tinieblas, quedarán constituidos hijos adoptivos de Dios. Marcados luego en la Confirmación por el don del Espíritu Santo, de tal manera quedan perfectamente configurados con el Señor y llenos del Espíritu Santo, para que, dando testimonio de él ante el mundo, cooperen al crecimiento del cuerpo de Cristo. Finalmente, la participar en la asamblea eucarística comerán la Carne del Hijo del Hombre y beberán su Sangre. Por lo tanto, los tres sacramentos de la Iniciación Cristina para todos los bautizados están de tal manera unidos entre sí, que llevan hasta su completo desarrollo a los fieles, los cuales ejercen su misión de todo el pueblo cristiano y en el mundo (cf. LG 28). 7.Queridos hermanos y hermanas, en esta noche santa, cabe traer a la memoria no solo aquel evento fundante de Cristo, es importante y justo que traigamos a la memoria el evento de Cristo pero en nuestra vida; es gracias a que nuestros padres y padrinos expresaron su fe y han querido esto para nosotros que nos han acercado a la fuente de la regeneración. En esta noche santísima, cobra vital significado el hecho que también nosotros renovamos nuestra fe. Una fe en Cristo resucitado que estamos llamados a profesar, es decir, a hacer pública. 8. En le evangelio llama la atención la presencia y el mensaje contundente del «joven vestido de blanco», pues es la forma más concisa y primitiva del kerigma: ¡Cristo ha resucitado, No esta aquí! Las mujeres reciben el encargo de decir a Pedro y a sus discípulos que «el crucificado ha resucitado». Aquellas mujeres que habían conocido a Jesús, que habían visto sus milagros, que habían oído su predicación, que habían sido objeto de su misericordia y que lo habían visto materialmente destrozado en la cruz, reciben un mensaje inesperado y desconcertante para ellas: «el crucificado ha resucitado». Aquel que ellas tanto amaban y por el que habían arriesgado su vida siguiéndole hasta la cruz, ha resucitado. Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios Apóstoles (cf. Lc 24, 9-10). Jesús se apareció en seguida a ellos, primero a Pedro, después a los Doce (cf. 1 Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» (Lc 24, 34). 9. Hermanos aquí está el futuro de nuestra Iglesia, y no nos cansaremos de repetirlo, anunciar a Cristo y Cristo resucitado es nuestra mayor alegría y nuestra mayor fortaleza. Les invito a que cada uno le creamos a Jesús, le creamos a lo ha hecho por el amor que nos tiene. «Profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree» (cf. Porta fidei, 10). 10. Deseo terminar con un pensamiento de un teólogo que considero es importante recordar: «Esta celebración pascual nos tiene que llevar a aquel principio en el que –ahora ya no está permitido decir nosotros, sino que cada uno debe decir gozosamente «yo»– yo nací a la nueva vida de la gracia creadora de Dios, el bautismo. Pues cuando se celebró en mí, surgió la luz en mí. Aquella vida que debe perdurar eternamente, comenzó en mí. En aquel momento acogí la vida en Cristo en lo íntimo de mi ser, en el alma de mi alma. Ahora asumo sus consecuencias: ser una persona que no solo vive la vida humana, sino que vivo como quien ha recibido el sello del Señor (cf. R. Guardini, La pascua Meditazioni, 37). 11. Roguemos al Señor que nos haga experimentar la alegría de creer, y pidámosle que nosotros mismos seamos portadores de su Palabra, con el fin de que, a través de la Iglesia, el esplendor del rostro de Cristo brille en el mundo (cf. LG, 1) y todos podemos algún día poder cantar el canto nuevo del Aleluya. ¡Felices pascuas de resurrección les deseo! Que nuestra Iglesia Particular de Querétaro siga anunciando a los cuatro puntos cardinales, en todos los rincones, y a todos, en las ciudades, en cada familia el amor de Dios; no claudicaremos y mucho menos nos cansaremos de seguir impulsando la tarea que nos exige el Señor, ¡Vayan y anuncien la Buena Nueva!. Lo haremos con la fuerza del Espíritu Santo, acompañados por Nuestra Madre, la Santísima Virgen María. Amén.

Celebración anual de los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor

El domingo 1 de abril, nuestro señor Obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez, presidio la celebración Domingo de la Pasión del Señor o de Domingo de Ramos. Inicio con la Procesión de Ramos desde la Parroquia del Sagrado Corazón (Santa Clara) hacia la Santa Iglesia Catedral. En la Santa Iglesia Catedral, presidió la Santa Misa, en la cual participaron jóvenes de diferentes parroquias con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. en su Homilía afirmo: «Queridos jóvenes que han venido aquí. Esta es de modo particular su Jornada en todo lugar del mundo donde la Iglesia está presente. Por eso me alegro con ustedes en este día. Que el Domingo de Ramos sea para ustedes el día de la decisión, la decisión de acoger al Señor y de seguirlo hasta el final, la decisión de hacer de su Pascua de muerte y resurrección el sentido mismo de su vida de cristianos. El Papa Benedicto XVI ha querido recordar en el mensaje a los jóvenes para esta Jornada – «alegraos siempre en el Señor» (Flp 4,4) –, esta es la decisión que conduce a la verdadera alegría. “El motivo de esta alegría es, por lo tanto, la cercanía de Dios, que se ha hecho uno de nosotros. Esto es lo que san Pablo quiso decir cuando escribía a los cristianos de Filipos: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca» (Flp 4,4-5). La primera causa de nuestra alegría es la cercanía del Señor, que me acoge y me ama” .

El Miércoles 4 de abril, nuestro señor Obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez presidio la con celebración de la Misa Crismal en la Santa Iglesia Catedral, acompañado por el señor Obispo Don Mario De Gasperín Gasperín (obispo Emérito de la Diócesis) y de mas de 200 sacerdotes, una Catedral colmada de fieles. Después de la homilía los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales En esta solemne concelebración se consagró el Santo Crisma y se bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, los cuales al término de la celebración nuestro señor Obispo los entregó a laicos venidos de cada una de las parroquias de la Diócesis. En su Homilía afirmo: «Nuestro ministerio exige una constante vigilancia para que no venga a menos el amor que es su principio y su fuerza. Este amor no significa un sentimiento pasajero, un sentimiento favorecido por las condiciones, es la participación del amor mismo de Cristo. Por lo tanto, el ministerio que se resiste al amor de Cristo es un ministerio que pronto se vuelve estéril y vacío. Un sacerdote rechaza la gracia de Dios, cuando se escapa de la comunidad, de las reuniones, del cambio que nos exigen las estructuras caducas e incluso de la propia conversión del corazón, en pocas palabras cuando se niega al amor en su ministerio. Somos privilegiados, Dios nos ha regalado un don, pero ese don hay que cuidarlo.» .

El jueves Santo, 5 de abril, Don Faustino Armendáriz Jiménez, presidió en la Santa Iglesia Catedral, la celebración de la Misa «In cena Domini». Antes del ofertorio nuestro señor lavo los pies de 12 laicos, representando a los apóstoles. Terminada la Eucaristía tuvo lugar la procesión con el Santísimo Sacramento hasta el monumento y después un tiempo breve de adoración. En su Homilía afirmo: «La misión primera y fundamental que recibimos de los santos Misterios que celebramos es la de dar testimonio con nuestra vida. El asombro por el don que Dios nos ha hecho en Cristo infunde en nuestra vida un dinamismo nuevo, comprometiéndonos a ser testigos de su amor. Nos convertimos en testigos cuando, por nuestras acciones, palabras y modo de ser, aparece Otro y se comunica. Se puede decir que el testimonio es el medio como la verdad del amor de Dios llega al hombre en la historia, invitándolo a acoger libremente esta novedad radical. El cristiano que ofrece su vida en el martirio entra en plena comunión con la Pascua de Jesucristo y así se convierte con Él en Eucaristía. Tampoco faltan hoy en la Iglesia mártires en los que se manifiesta de modo supremo el amor de Dios».

El viernes Santo, 6 de abril, por la tarde nuestro señor Obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez, participo Impartiendo el Retiro para las personas que tomaron parte en la Procesión del Silencio, al medio día asistió a la representación del Vía crucis en la Cañada por la tarde presidió en la Santa Iglesia Catedral, la celebración de la Pasión, y ya por la Noche camino con la Procesión del silencio.



 
El sábado santo, 7 de abril, nuestro señor Obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez, presidió en la Santa Iglesia, la Solemne Vigilia Pascual. En su Homilía afirmo: «Sin embargo, justamente y con toda verdad podemos preguntarnos: ¿En qué consiste propiamente eso de «resucitar»? ¿Qué significa para nosotros? ¿Y para el mundo y la historia en su conjunto? Un teólogo alemán dijo una vez con ironía que el milagro de un cadáver reanimado –si es que eso hubiera ocurrido verdaderamente, algo en lo que no creía– sería a fin de cuentas irrelevante para nosotros porque, justamente, no nos concierne. En efecto, el que solamente una vez alguien haya sido reanimado, y nada más, ¿de qué modo debería afectarnos? Pero la resurrección de Cristo es precisamente algo más, una cosa distinta. Es –si podemos usar por una vez el lenguaje de la teoría de la evolución– la mayor «mutación», el salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva, que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo, que nos afecta y que atañe a toda la historia (Cf. Benedicto XVI, homilía pascual, 15 abril 2006)».

Prot. n° 26/2012
Circular nº 15/2012/
Asunto: Peregrinación de Catequistas a Soriano
A los hermanos Presbíteros, a los miembros de la Vida Consagrada, y a todos los fieles de la Diócesis de Querétaro:   Los catequistas de la Diócesis de Querétaro peregrinamos a la Basílica de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano buscando su ayuda e intercesión. En María encontramos un modelo para impulsar y consolidar la renovación de la catequesis, para engendrar hijos e hijas en la fe y educarlos hacia la plenitud de Cristo (Cf. DGC 291). María es la gran misionera, que continúa la misión de su Hijo formando misioneros (Cf. DA 269). En ella se encuentra la máxima realización de la existencia humana y cristiana; por su fe, obediencia y su constante meditación de la Palabra es la discípula más perfecta del Señor (Cf. DA 266). Por el misterio de María el cristiano puede reencontrar el sentido de la vida personal y social, ella es modelo de fe, esperanza y caridad. La Dimensión de Catequesis que coordina el P. Alejandro Sánchez Ruiz invita a los catequistas a peregrinar el próximo domingo 20 de mayo de 2012. El punto de reunión será en la comunidad de Ajuchitlán a las 8:00 hrs. La peregrinación dará inicio a las 9:00 hrs. Tendremos la celebración de la Sagrada Eucaristía en la Basílica a las 12:00 hrs. El lema que motivará esta jornada es: Con María, los Catequistas Proclamamos a Jesucristo Camino, Verdad y Vida. Caminar juntos es ya un gesto evangelizador, el pueblo cristiano se evangeliza y cumple su vocación misionera (Cf. DA 264). Pido a los sacerdotes animen a los catequistas a participar en esta peregrinación y los encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano.
En la Sede Episcopal de Santiago de Querétaro, a los 02 días del mes de abril del 2012. Fraternalmente en Cristo y María.
 †  Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro

Pbro. Dr. Jorge Hernández
Nieto Canciller.

 Nombramiento:  Nuestro señor Obispo D. Faustino Armendáriz Jiménez, expidió el siguiente Decreto con el cual ha realizado el siguiente nombramiento:
Al Pbro. Jaime Gutiérrez Jiménez, Párroco de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de María. 

Prot. n° 25/2012 Circular nº 14/2012/
ASUNTO: DÍA DEL SEMINARIO

A los hermanos Presbíteros, a los miembros de la Vida Consagrada y a todos los fieles de la Diócesis de Querétaro:   El IV Domingo de Pascua celebraremos en toda la Iglesia la fiesta del Buen Pastor, les animo a intensificar la oración por las vocaciones a la vida consagrada y en modo especial a la vida sacerdotal. En mi recientemente circular sobre la Oración por la Vocaciones; haciendo eco de esta preocupación del Santo Padre, he querido referirme al compromiso misionero de orar permanentemente por las vocaciones; impulsando de acuerdo al Plan Diocesano de Pastoral un equipo parroquial que promueva y ofrezca a los jóvenes un discernimiento vocacional atento, pues toda vocación es un don de la caridad de Dios. Además, en nuestra Diócesis celebraremos el Día del Seminario, con este fin se realizará en todas las parroquias, rectorías y capellanías la Colecta en favor del Seminario Diocesano. Les doy a conocer las fechas en que se realizará la colecta: 1. En las parroquias fuera de la Ciudad Episcopal se hará el 22 de Abril de 2012, el III Domingo de Pascua. 2. En las parroquias, templos, rectorías y capellanías de la Ciudad Episcopal, el 29 de Abril de 2012, el IV Domingo de Pascua. 3. En los Decanatos de Guanajuato y de Soriano se hará del 09 al 17 de Junio de 2012. 4. En el Decanato de la Sierra Gorda se hará del 18 al 24 de Junio del 2012. Les recuerdo además que la colecta es obligatoria y debe entregarse íntegra al Seminario. Es nuestro deber orar y colaborar en su sostenimiento. Los sacerdotes responsables de la economía del Seminario les harán llegar oportunamente los carteles, los sobres y la oración por las vocaciones sacerdotales. Queridos hermanos en el sacerdocio: les pido que animen a todos los fieles a orar intensamente y a colaborar generosamente en el sostenimiento de las vocaciones sacerdotales, agradezco su amor y su apoyo en esta obra, deseo que la alegría pascual colme su vida y su ministerio sacerdotal y los encomiendo a la intercesión de la Santísima virgen María. En la Sede Episcopal de Santiago de Querétaro, a los 29 días del mes de marzo del 2012. Fraternalmente en Cristo y María.  
 †  Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro  

Pbro. Dr. Jorge Hernández Nieto
Canciller


Circulo Bíblico
Pbro. José Luis Salinas Ledesma
2° Domingo de Pascua – Ciclo B

(Se pide luz al Espíritu Santo)
¡Oh Espíritu Santo! Eres el alma de mi alma, te adoro humildemente. Acompáñame, guíame y consuélame. Dame tu Luz para comprender, ayuda para servir, generosidad para amar y paciencia para esperar. Abre mi corazón al gozo de la escucha, y haz que sea el lugar santo, en el que la Palabra de salvación se cumpla hoy. Amén.

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar». Tomás, uno de los doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos, la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto». Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor.

Repasar el texto leído
(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)
¿Dónde estaban los discípulos reunidos? v.19a ¿Qué les dijo Jesús? v. 19b ¿Qué les mostró Jesús? v. 20 ¿Qué dijo Jesús a sus discípulos cuando los envió? v. 21 ¿A quién recibieron los discípulos? v. 22 ¿Qué poder les dio Jesús? v. 23 ¿Quién es Tomás? v. 24 ¿Qué pruebas necesita para creer? v. 25 ¿Qué sucede ocho días después? v. 26 ¿Qué le dijo Jesús a Tomás? v. 27 ¿Qué contestó Tomás? v. 28 ¿Quiénes son los dichosos? V. 29

Explicación del texto
En los textos de la Resurrección éste relato ocupa un lugar relevante. El Evangelista reúne aquí dos acontecimientos muy significativos: el envió de los discípulos y el don del Espíritu Santo. En la primera parte del texto, el autor distingue los siguientes momentos: aparición de Jesús y saludo de paz (les mostró las manos y el costado); inmediatamente después hay otro saludo de paz y envío de los discípulos; posteriormente tiene lugar la efusión del Espíritu Santo y les concede el poder de perdonar los pecados. Existe también una tensión entre promesa y cumplimiento, la constatación del cumplimiento de las promesas de Jesús es el elemento de confirmación de la fe. Jesús había dicho «Regresaré con ustedes» (14,18). Y el Evangelista confirma: «se presentó en medio de ellos» (20,19); «Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría» (16,20). El Autor afirma que los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor (20,20); Jesús había dicho que el Padre enviaría al Espíritu Santo (14,26) y también dijo «Les dejo mi paz, mi paz les doy» (16,27) El Autor recoge aquí las palabras de Jesús: «La paz esté con Ustedes… y… reciban el Espíritu Santo» (20,21ss). El saludo de paz va acompañado de un gesto muy significativo, les mostró las llagas y el costado, signos de su sacrificio. La referencia al costado traspasado de Jesús, es propia de Juan que de este modo quiere indicar el cumplimiento de las Escrituras (Za 12,10-11).
El texto nos narra un dato de tiempo: «Al anochecer» y nos describe cómo estaban los discípulos, con las puertas cerradas por miedo a los Judíos. Este dato puede estar motivado primeramente para poner de relieve lo extraordinario de la aparición, quizá también hace referencia a la situación de persecución vivida en la comunidad de Jerusalén que temerosa ante un mundo enemigo, vive en la tentación de refugiarse en su propio círculo.

En la segunda parte del texto el Evangelista pone en claro la identidad de Jesús. De las exigencias de comprobación por parte de Tomás se deduce que el Crucificado y el Resucitado, son uno solo y el mismo. El «ver y palpar» los agujeros de las manos y del costado confirman ésta identidad del Resucitado; del Cristo de la fe, con el Jesús de la historia. El verbo «ver» es el verbo empleado para hablar de las apariciones de Dios, de los Ángeles y de los seres celestes; esto indica que Cristo resucitado, ha retornado al mundo celeste.

Jesús reprocha a Tomás el no haber creído en el testimonio de los discípulos y haber exigido «ver» para «creer»; el acto de «ver y creer» es abrirse a la gracia de Dios y obtener la vida eterna. La respuesta de Tomás a Jesús, fue la confesión de fe más elevada y completa: «Señor mío y Dios mío», ésta es la confesión hacia la que caminaba todo el Evangelio, son las palabras que expresan la confesión más clara de la divinidad de Cristo. El posesivo «mío» indica su plena adhesión de amor.

Concluye esta segunda parte con una bienaventuranza de Jesús, un elogio a los que sin ver han creído, también los que no le han visto físicamente pueden participar en la dicha de la fe.

2. Meditación del texto
(Cada participante puede compartir su reflexión personal)
La fe cristiana es la respuesta del hombre a la Manifestación y el proyecto de Dios, que se ha revelado en la historia y se sigue revelando a cada uno de nosotros, de manera especial en su palabra y en los Sacramentos. Esta fe se concibe solo a la luz de la gracia, porque nadie puede acoger a Jesús si el Espíritu Santo no actúa en él y le abre el entendimiento y el corazón.

Nos dice el Evangelio que Jesús se aparece a los discípulos cuando están reunidos. Los acoge, los mira con amor, les da su paz, les da el Espíritu, les muestra sus llagas, signo de su crucifixión y a través de las dudas de Tomás les hace constatar que Él es de verdad, el Señor resucitado. Una vez que ellos han visto a Jesús se llenan de alegría, se disipa el miedo y la tristeza y les cambia la vida totalmente. Gracias a esa experiencia los discípulos son confirmados en su fe y ésta, que era frágil y vacilante se convierte en un baluarte invencible, la presencia de Jesús los hace irradiar de alegría.

También nosotros nos reunimos en torno a Jesús, tenemos fe pero quizá necesita crecer y fortalecerse más. Necesitamos también experimentar la presencia de Jesús en nuestros miedos, angustias, problemas, sufrimientos. O quizá como Tomás, estemos imposibilitados para creer. Pero Jesús está hoy aquí, como en esa ocasión con los discípulos, para tocar sus llagas gloriosas que son el signo escrito, en su cuerpo, de aquel amor que le llevó a morir por nosotros en la cruz; está aquí para darnos su paz, El es nuestra paz, el Señor crucificado y resucitado en medio de los suyos. Esa es la paz que tanta falta nos hace en nosotros mismos, en nuestras familias y en nuestra sociedad.

Hoy que celebramos el Domingo de la divina misericordia, démosle a Jesús la oportunidad de actuar y darnos su vida nueva. La confianza en su misericordia infinita es el agradecimiento más sincero que podemos tributar a Dios en nuestras desdichas de cada día. Dichosos nosotros si no necesitamos de milagros para creer, si con nuestros actos de cada día hacemos la profesión perfecta de fe, si nos confiamos a su misericordia, a su providencia y no a otros dioses.

3. Compromiso personal y comunitario
(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)
·Esforzarme por conocer más mi religión para fortalecer mi fe. ·Propiciar la paz en mi familia y comunidad, a través del respeto y el diálogo. ·Recibir los sacramentos con más frecuencia (confesión y eucaristía). ·Agradecer a Dios por los sacerdotes, instrumentos de su gracia y orar por ellos. ·Renunciar a todo aquello que me impide acercarme a Dios. ·Compartir en la misión la alegría de mi encuentro con Cristo.

4. Oración
(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada).
Señor, te damos gracias por tu presencia viva entre nosotros. Que tu Palabra que hemos escuchado y compartido, se encarne en todas nuestras actividades, impregne nuestros trabajos y sea el horizonte de todas nuestras metas. Contágianos la fe intensa de María, Maestra del Evangelio y testigo fiel de tu Palabra.
Amén. 

Periodo liberal en Querétaro (1855-1867)
Querétaro vivió de manera violenta este periodo liberal, fueron años de inestabilidad política de permanente, de agosto de 1855 hasta el fusilamiento de Maximiliano en junio de 1867, hubo 26 gobernadores, algunos sólo ocuparon el cargo por escasos días. Fueron años en que la población vivió situaciones difíciles y traumáticas; la agricultura, el comercio, la demografía, la Iglesia Católica, la arquitectura, sufrieron cambios radicales. La aplicación de las leyes de Reforma en el estado de Querétaro se realizó en dos etapas, ambos periodos, estuvieron marcados por el artífice de la Reforma en Querétaro, el general José María Arteaga. Los dos períodos marcan igualmente la progresión del mismo proceso de la Reforma: el primero es el de desamortización de los bienes de la Iglesia y el segundo es el de la Nacionalización. En diciembre de 1855, Comonfort, ocupa la Presidencia de la Republica. A medida que el gobierno de Comonfort se consolida, José María Arteaga, acumulaba honores: fue ascendido a Coronel graduado, o general-coronel, y recibió una condecoración llamada «Por la Paz», como uno de los jefes mas distinguidos del Plan de Ayutla. Su carrera siempre en ascenso lo llevó entonces a Querétaro, Estado que había vivido días de verdadero caos después de la huida del presidente Santa Anna. Se habían sucedido varios gobernadores, mientras la ciudad de Querétaro era constantemente amenazada por las fuerzas del general Tomás Mejía. En diciembre de 1856 Arteaga se quedara en Querétaro para detener cualquier posible ataque de Mejía. Los liberales de queretanos estaban desorganizados y carecían de un jefe, por lo que Arteaga se dedico a infundirles nuevo entusiasmo; fundó con ellos un nuevo partido que se llamó Partido Progresista y, como era natural, fue designado candidato al Gobierno del Estado. Arteaga no encontró ninguna oposición en las urnas y, así en la fecha prevista rindió su protesta como gobernador constitucional de Querétaro, a escasos meses de cumplir los 30 años. En su discurso de toma de posesión, juro guardar y hacer guardar la Constitución de 1857. Su gobierno se enfrentó al constante amago de las tropas del general Mejía, después de algunos combates preliminares, Mejía se apoderó de Querétaro el 2 de noviembre de 1857. Arteaga se había parapetado en el Convento de San Francisco, en donde se defendió hasta el límite de sus fuerzas. Resultó gravemente herido en la lucha y sólo logró escapar gracias a la ayuda de un fraile, que lo ocultó en una celda. El convento cayó en poder de los sublevados y varios oficiales de las fuerzas federales cayeron prisioneros. La ciudad fue saqueada y una biblioteca pública recientemente fundada por Arteaga fue pasto de las llamas. Finalmente el 8 de noviembre, Mejía recibió la noticia de que las fuerzas de Manuel Doblado se aproximaban y entonces abandonó Querétaro. Arteaga volvió al gobierno el 9 de noviembre. A partir de enero de 1858, el país estuvo dividido entre dos gobiernos enemigos: el gobierno conservador establecido en la ciudad de México, presidido primero por el general Zuloaga y luego por Miguel Miramón, y el gobierno liberal de Benito Juárez, instituido en Guanajuato el 13 de enero de 1858 y trasladado más tarde a Veracruz. En Querétaro Arteaga se preparó de inmediato para combatir. El 29 de enero de 1858 dejó el gobierno en manos de Francisco Berdusco. La guerra que acaba de hincarse duró tres años (1858- 1860). Tras un periodo de casi tres años en los que se sucedieron distintos gobernadores conservadores, Querétaro había sido finalmente ocupado por tropas liberales el 12 de noviembre y era gobernado provisionalmente por el coronel Silvestre Méndez. Éste entregó el mando a Arteaga el 1° de diciembre de 1860. Apenas veinte días después, el 21 de diciembre, Arteaga promulgó las Leyes de Reforma en el Estado. Arteaga no se limitó a promulgar leyes, las pasiones de la guerra que acababa de terminar ardían en él con fuerza. Con la celeridad y decisión que le eran características y con la voluntad de alterar monumentos coloniales religiosos, ORDENÓ la destrucción de las tapias de los conventos de San Antonio, de Santa Clara y del mismo convento de San Francisco, que le había servido de fortaleza durante la invasión de Mejía en 1857. Haciendo una selección de aquellos templos que quedarían abiertos al culto religioso, decidió mantener en servicio religioso exclusivamente los Templos de San Francisco, La Cruz, San Felipe Neri y San Sebastián, en tanto las autoridades religiosas tomaban una decisión al respeto. En enero de 1861 se inició la demolición parcial de las bardas de los atrios de San Francisco, San Antonio y Santa Clara, ante el azoro de la población. ASÍ A PARTIR DE ESE AÑO DIO COMIENZO LA DESTRUCCIÓN DEL CONJUNTO FRANCISCANO. Fueron destruidas las Capillas, a cañonazos destruyó la Capilla del El Cordón, San Benito, Loreto y la de la Tercera Orden de San Francisco; los cuales abarcaban lo que hoy es el jardín Zenea, la Plaza Constitución y el Gran Hotel. Durante varios años quedaron vestigios, unos muros a punto de caer, donde el polvo y las piedras cubrieron el mobiliario, las pinturas, los confesionarios, los retablos, los órganos, los cálices, las imágenes, todo quedó atrapado por manos de la destrucción; en el entonces Cementerio de San Francisco se amontonaron grande cantidades de imágenes religiosas que fueron «Convertidas en cenizas por medio de una grande hoguera», ante el asombro de los creyentes.

Cápsula de Liturgia
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA PRINCIPIOS Y ORIENTACIONES CIUDAD DEL VATICANO 2002
La bendición anual de las familias en sus casas 152. Durante el tiempo pascual – o en otros periodos del año – tiene lugar la bendición anual de las familias, visitadas en sus casas. Esta costumbre, tan apreciada por los fieles y encomendada a la atención pastoral de los párrocos y de sus colaboradores, es una ocasión preciosa para hacer resonar en las familias cristianas el recuerdo de la presencia continua de Dios, llena de bendiciones, la invitación a vivir conforme al Evangelio, la exhortación a los padres e hijos a que conserven y promuevan el misterio de ser «iglesia doméstica». El «Vía lucis» 153. Recientemente, en diversos lugares, se está difundiendo un ejercicio de piedad denominado Vía lucis. En él, como sucede en el Vía Crucis, los fieles, recorriendo un camino, consideran las diversas apariciones en las que Jesús – desde la Resurrección a la Ascensión, con la perspectiva de la Parusía – manifestó su gloria a los discípulos, en espera del Espíritu prometido (cfr. Jn 14,26; 16,13-15; Lc 24,49), confortó su fe, culminó las enseñanzas sobre el Reino y determinó aún más la estructura sacramental y jerárquica de la Iglesia. Mediante el ejercicio del Vía lucis los fieles recuerdan el acontecimiento central de la fe – la Resurrección de Cristo – y su condición de discípulos que en el Bautismo, sacramento pascual, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia (cfr. Col 1,13; Ef 5,8). Durante siglos, el Vía Crucis ha mediado la participación de los fieles en el primer momento del evento pascual – la Pasión – y ha contribuido a fijar sus contenidos en la conciencia del pueblo. De modo análogo, en nuestros días, el Vía lucis, siempre que se realice con fidelidad al texto evangélico, puede ser un medio para que los fieles comprendan vitalmente el segundo momento de la Pascua del Señor: la Resurrección. El Vía lucis, además, puede convertirse en una óptima pedagogía de la fe, porque, como se suele decir, «per crucem ad lucem». Con la metáfora del camino, el Vía lucis lleva desde la constatación de la realidad del dolor, que en plan de Dios no constituye el fin de la vida, a la esperanza de alcanzar la verdadera meta del hombre: la liberación, la alegría, la paz, que son valores esencialmente pascuales. El Vía lucis, finalmente, en una sociedad que con frecuencia está marcada por la «cultura de la muerte», con sus expresiones de angustia y apatía, es un estímulo para establecer una «cultura de la vida», una cultura abierta a las expectativas de la esperanza y a las certezas de la fe. La devoción a la divina misericordia 154. En relación con la octava de Pascua, en nuestros días y a raíz de los mensajes de la religiosa Faustina Kowalska, canonizada el 30 de Abril del 2000, se ha difundido progresivamente una devoción particular a la misericordia divina comunicada por Cristo muerto y resucitado, fuente del Espíritu que perdona los pecados y devuelve la alegría de la salvación. Puesto que la Liturgia del «II Domingo de Pascua o de la divina misericordia» – como se denomina en la actualidad – constituye el espacio natural en el que se expresa la acogida de la misericordia del Redentor del hombre, debe educarse a los fieles para comprender esta devoción a la luz de las celebraciones litúrgicas de estos días de Pascua. En efecto, «El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la misericordia, su signo viviente: histórico-salvífico y a la vez escatológico. En el mismo espíritu, la Liturgia del tiempo pascual pone en nuestros labios las palabras del salmo: «Cantaré eternamente las misericordias del Señor» (Sal 89 (88),2)».